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BIANCA APLASTA LA BESTIA NEGRA, SE ADELANTA A LAS MILLENIALS Y FUNDA EL TENIS DE LA NUEVA DÉCADA.

Oscar Rodríguez Gómez
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Bianca Andreescu, la prodigio canadiense de 19 años, se proclamó campeona del último Grand Slam del año, el Abierto de New York, al derrotar el sábado 7 de septiembre a la favorita Serena Williams, dueña de la casa, de dos terceras partes del público cercano a las 25,000 gargantas y con todo el apoyo de federaciones y asociaciones en montón, ante los que Andreescu, debutante en el torneo y primera jugadora de su país en llevarse un torneo Major, se impuso en sets seguidos de 63 y 75 en una hora y 40 minutos.

 

Y no fue garbanzo de a libra su triunfo, tan puntual o intermitente como los

de Muguruza, Ostapenko o Stephens, sino el de una jugadora más que

preparada para, desde esta semana, estar siempre a la vanguardia, para ser

una tenista táctica atemporal a quien le sale de manera fluida y sencilla

jugar un tenis con todos los recursos disponibles, que para Bianca no son

pocos.

 

El primer impacto llegó en enero de este 2019 cuando venció

consecutivamente a dos ex número Uno del mundo, Caroline Wozniacki y

Venus Williams, en el Abierto de Auckland. Luego vendría su primera

coronación en el Jardín del Tenis de Indian Wells imponiéndose a Angie

Kerber -donde Belinda Bencic destronó a la Osaka y Svitolina derrotó en

octavos a la Barty, cayendo la ucraniana en semis ante la nueva reina- y finalmente Copa Rogers, en Toronto, donde se le rajó la bestia negra dizque por lesión, obteniendo la canadiense su reinado en su tierra. Pero el futuro le guardó el premio mayor a Bianca Andreescu, la primera campeona canadiense de un Grand Slam.

 

Nacida el 16 de junio de 2000 en Mississauga, al oeste del Gran Toronto, Ontario, nueve meses después de que la Williams -que le lleva 18 años y 263 días- ganara su primer US Open, Andreescu fue la primera tenista en alcanzar la final del US Open en su debut desde que Venus Williams lo hiciera en 1997. Además, se transformó en la segunda canadiense en jugar una definición de un Grand Slam desde Eugenie Bouchard (Wimbledon 2014).

 

Bianca es hija de un ingeniero y una economista rumanos que emigraron a Canadá por cuestiones laborales. Se educó con sus dos abuelas rumanas y habla por ello el rumanescu con fluidez. Empezó a jugar tenis a los siete años en Rumania y, establecida en Canadá, se entrenó en el Club de tenis de Mississauga y en Toronto, donde la tomó a su cargo el coach Sylvain Bruneau. Desde los doce años Bianca practica yoga y meditación trascendental diariamente, lo que le permite concentrarse y “resistir mejor las contrariedades del juego”. Admira a su compatriota Simona Halep y a la belga Kim Clijsters, quizá desconocida por la milenializa: fue Uno del mundo, campeona de 6 GS (4 en singles y 2 en dobles) y con la hazaña de llevarse el carro completo en 2003. Y era madre. Se retiró bendita en 2012.

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Bianca participó por vez primera en un Grand Slam en Wimbledon 2017 tras superar la fase previa, habiendo debutado ya en ese mismo año en la WTA en el Citi Open 2017, donde había recibido una wildcard para el cuadro principal. Venció nada más a sexyCamila Giorgi en primera ronda, a sexyKristina Mladenovic, número 13 del mundo, en segunda ronda, y perdió extrañamente en cuartos de final con la alemana Andrea Petković, que nunca levanta cabeza.


Comienza 2019 con muy buenos resultados, además de los de Auckland, culminados con una segunda ronda en el Abierto de Australia tras pasar la Qualy, lo que la impulsó por primera vez en su carrera al top 100 WTA. Además, en la última semana de enero, estrenó su vitral de títulos WTA

logrando el Challenger de Newport Beach 125K, para en marzo alzarse con el título de Indian Wells, ante la ex Uno Kerber: su primer título en el circuito profesional de la WTA.

 

LLAMÉ AL CIELO Y NO ME OYÓ (albur intencionado)

 

Capital del planeta tenis por tres semanas (incluyendo qualy), la Babel de hierro vio este septiembre a una Williams que llegaba a la final sólida, perdiendo solo un set en seis partidos disputados y empatando el récord de 101 victorias de la legendaria Chris Evert. Pero Andreescu llegaba a la final invicta (9-0) ante jugadoras top 20: la belga Kristen Flipkens, la no por patética menos hermosa Caroline Wozniacki, la otra sorpresa del torneo, la meganegra Taylor Townsend (con merecido comentario aparte), la deliciosa flaquita Elise Mertens, belga también, hasta llegar a la semi con la para entonces ultrafavorita Belinda Bencic – discípula de Martina Hingis, partner de Federer en la desaparecida Copa Hopman y dos veces seguidas verdugo de la desdeñable fugaz Uno Osaka (Indian Wells y Madrid).

 

Serena morena no pudo cambiar eso. La estadounidense arrancó el partido con un petulante ace, para poco después de entregar el servicio con una doble falta ante una Andreescu que cometía pocos errores y estaba sacando muy bien. Y no por obra de la “suerte”. En primer set, la canadiense puso en aprietos a la multicampeona en el séptimo game con cinco oportunidades de quiebre -que supo salvar Williams-, antes de romperle, y feo -otra doble falta-, para llevarse el primer set por 63.

 

Mientras el primer saque de la mole salía con mucha fuerza pero en falta o

a la red, la canadiense se movía tranquila por la cancha, haciendo correr de

un lado a otro a su rival, que temprano comenzó a desesperar. En su primera

oportunidad en el segundo set, otra vez dejó escapar su saque -tercera

doble falta- ante la sorpresa de la cancha central

Arthur Ashe y de la propia Serena, que veía al cielo como pidiendo una

explicación divina. Más bien hubo de pedírsela a la CIA, a ITF y a la

mismísima USTA.

 

Bianca fue una tromba. La figura mítica de Serena y un Arthur Ashe repleto

en su contra no la intimidaron. El primer quiebre llegó en el tercer game de

la segunda manga: Andreescu, que ya había salvado quiebre el primer set,

terminó cediendo a la cuarta amenaza en ese game, pero Williams no pudo

ratificarlo, una vez más con un saque que no quería entrar a la primera y un retorno deficiente, por lo general largo. Después de quebrar en el cuarto y sexto, entregó su servicio teniendo punto para partido (40-30), con Williams rehusándose a entregar todos los récords (revísese la tabla al final) que estaban en juego.

 

Y ahí se intercambiaron los papeles. El estadio se levantó para meter a Serena de nuevo en el partido, pero ella se veía desdibujada por una Andreescu en racha. La de Ontario se puso 5-1, saque a favor y match point. Parecía una final liquidada, hasta que llegó la reacción de la menor de las hermanas Williams. Serena fue, por un momento, la que todos querían ver en el octavo game y al reducir la ventaja a 5-3 se llevó una gran ovación de quienes no estaban listos para irse ya, y que se levantaron de sus asientos solo para aplaudirla cuando quebró, cómoda por fin, en 0-40, el siguiente.

 

Metidas de lleno en el duodécimo juego, la de Michigan falló en sus intenciones en el momento más inoportuno, lo que acalló a las tribunas y vaticinó otro match point. Aunque lo salvó, Andreescu no se detuvo. Alcanzó una tercera opción de cerrar el partido, que se definió con una paralela fuerte e imposible para Serena Williams, que otra vez se quedó a las puertas de un récord esquivo. Rompiéndole el servicio, como comenzó, Bianca Andreescu se llevó el título y acabó con el sueño de su rival, que por segundo año consecutivo se va de Flushing Meadows con las manos vacías.

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Alienada por los mentados records, a la usanza feudal, capitalizada por los megacorporativos dueños de planeta tenis, a sus dizque 37 años y número 8 del ranking mundial de la WTA, Williams perdió no sólo por segundo año consecutivo el Abierto de su patria, sino además su cuarta oportunidad de sumar el 24 Grand Slam a su laureada trayectoria e igualar a Margaret Court. "Jugó un gran partido. Estoy orgullosa y feliz por ti", le dijo a Andreescu, que hace un año estaba en el 208 y perdía en la primera ronda de la qualy en Flushing Meadows.


Bianca Andreescu ha inscrito su nombre con letras de oro en la historia del tenis mundial. Esta canadiense de 19 años que ha superado con creces a Serena Williams en la final del US Open 2019 ha conseguido unos registros

antes impensables que derivan de su triunfo en Flushing Meadows:

 

-Primera tenista canadiense que gana un Grand Slam.

-Primera jugadora capaz de levantar el título en el US Open en su primera participación en el cuadro final del torneo.

-Ha disputado ocho partidos en su carrera frente a jugadoras del top 10 y los ha ganado todos.

-Tan solo ha necesitado cuatro participaciones en torneos de Grand Slam antes de su primer título. Serena Williams y Maria Sharapova requirieron de siete.

-Primera jugadora menor de 20 años en ganar un Grand Slam desde que lo hiciera Maria Sharapova en Wimbledon 2004 y US Open 2006. Y ahí está el detalle. Sin quien viera por ella al momento de su sepultura este 2019, y si de récords se trata, la insuperable belleza tenística María Sharapova se mantiene como la más joven de todos los tiempos en obtener Wimbledon, Master WTA y US Open antes de los 19 años. Y esto tampoco tiene vuelta para atrás ni proyección adelante.

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