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“LLEGÓ LA HORA DE MORIR”: RUTGER HAUER, EL SUPREMO REPLICANTE.

Oscar Rodríguez Gómez
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Nacido en Trecht, Países Bajos el 23 de enero de 1944, Rutger Hauer, que tras escapar de casa a los 15 años y enrolarse como marinero en un carguero ingresó en la Armada holandesa, para luego acabar siguiendo los pasos de sus padres, ambos actores teatrales, destacando rápidamente en la televisión y el cine holandés, para que la fama le llegase con su salto a Hollywood, es honrado con obituarios por todo el mundo con el parlamento más impactante del cine SF clásico.

 

“He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de combate en llamas en el hombro de Orión. He visto relámpagos brillando en la oscuridad cerca de la entrada de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Llegó la hora de morir": Roy Batty, supremo replicante en “Blade Runner”, 1982.

 

Se  dice que fue tal el impacto de esas palabras que pasaron a la historia

como "El monólogo de las lágrimas en la lluvia", y desde entonces, se han

vuelto a citar en canciones, libros y hasta en otras películas. El propio Rutger

Hauer participó en la redacción del parlamento. A partir de una versión que

originalmente era más larga, el actor la modificó para hacerla más corta e

incluirle la frase sobre las lágrimas y la lluvia. A Ridley Scott, supremo

realizador, le pareció tan buena que incluso le preguntó a Hauer si lo había

copiado.

 

Así, con su ingenio y su genial actuación, Hauer le imprimía un sello sublime

a una escena que retrata el inusual enfrentamiento entre el hombre y su creación, entre la vida y la muerte. Ridley Scott revitalizaba la ancestral y esotérica pregunta del “de donde venimos”; apuntaba hacia los triunfos de la genética, la reproducción asistida y la clonación, factores todos ya dados en la realidad histórica y que, como debate filosófico, retoma treinta años después con el “David” de “Prometeo” y “Alien Convenant”.

 

Aunque en el primer “Blade Runner” no era el protagonista, Hauer dotó a su personaje de una enorme humanidad y de una sensibilidad que fue entendida a la perfección por los espectadores, que derramaron más de una lágrima cuando Roy muere y se escapa una paloma de sus manos. Fue él quien añadió la famosa referencia a las lágrimas en la lluvia, que reflejaban su propio rostro cuando se enfrentaba a la muerte.

Rutger murió en 2019, justo el año en el que ocurren los acontecimientos narrados en la película “Blade Runner”. En su momento, la suprema obra de Scott solo tuvo dos nominaciones a los premios Óscar: Mejor dirección de arte y Mejores efectos visuales, pero con los años se convirtió en una película de culto para los aficionados a la ciencia ficción. Es aún demasiado pronto, hay que distanciarse (aunque no tanto como 30 años) para ver si la “Blade Runner 2049” de Denis Villeneuve también pasa al Partenón de la filmografía SF.

 

Pocos sabían en 1982 que Hauer ya era un actor muy conocido en su Holanda natal, donde había protagonizado varias películas del director más conocido del país, Paul Verhoeven. “Delicias turcas” (1973), “Erik, oficial de la reina” (1977) o la serie televisiva “Floris” (1969) fueron algunos de las colaboraciones de Rutger Hauer con Verhoeven, el creador de “Robocop” y “Total Recall”.


Primero enfrentándose a Silvester Stallone en “Halcones de la noche” (1981), y luego cuando entró a formar parte de los replicantes a los que debía dar caza Harrison Ford en “Blade Runner”, Rutger Hauer, al lado de la súper bellezas  Daryl Hannah y Joanna Cassidy, además de un brutal Brion James, formó el cuarteto que trataban de convertirse en humanos para no

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ser destruidos cuando su vida como máquinas llegara a su fin. Fue un papel que le dio un éxito mundial pero efímero, que se mantuvo hasta su siguiente papel más recordado, el del caballero Etienne Navarre en la fábula romántica Lady Halcón (1985). En Mexico se conoció como “El Hechizo de Aquila”.

 

Su porte, altura y su cabello rubio le permitieron encarnar al perfecto caballero que lucha por romper la maldición que le impide estar con su amada Isabeau en un filme que mezclaba comedia, romance y batallas medievales…con la entonces deslumbrante Michelle Pfeiffer.

 

Aún tendría papeles destacados en películas como “Los señores del acero” (1985), de nuevo a las órdenes de Verhoeven, o “Carretera al infierno” (1986), pero a partir de ese momento sus trabajos tuvieron poca repercusión. Alternó cine y televisión, colaboró con George Clooney –como director– en “Confesiones de una mente peligrosa” (2002), y hace apenas unos meses se le vio en un papel secundario en el western de Jacques Audiard “Los hermanos Sisters” (2018).

 

Con brevísima presencia, el holandés participó en al menos cuatro

blockbusters: es William Earle en “Batman Begins” (2005) de Christopher

Nolan; damnificado en “Poseidon”, segunda versión dirigida por John Poteh;

matón en “Sin City” de Robert Rodríguez y Frank Miller y poseso en “El rito”

de Mikael Håfström.

 

Sin embargo, su imagen más reciente para sus fans SF es la del Ministro

Galáctico en la resbaladiza “Valerian y la ciudad de los 1000 planetas”,

espectáculo que le quedó grande a Luc Besson, a no ser por mostrar los

mejorcito de Cara Delevingne a ritmo del también ido David Bowie. Es

curioso que esa última imagen Pop de Rutger aparezca antes del arranque

del plot y no se vuelva a repetir.

 

Entre sus reconocimientos en forma de premios, destaca un Globo de Oro como actor secundario de televisión por “Escape from Sobibor” (1987), así como el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia por “La leyenda del santo bebedor” (1988). Aunque sin duda su principal logro fue meterse en las mentes de toda una generación de cinéfilos que seguirán recordando sus lágrimas y su humanidad.

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