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PORNHUB: LA REVOLUCIONARIA HISTORIA DE LA PLATAFORMA QUE CAMBIÓ LA FORMA EN QUE VEMOS SEXO.

El Pais, America.
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Han llamado a Pornhub “el informe Kinsey de nuestra generación”. Hay en esta plataforma tantos millones de vídeos (los números demuestran que necesitarías varias vidas para verlos todos), tantas variedades, localizaciones, piruetas, morfologías, etnias, géneros, orientaciones y fetiches que no solo está listo para satisfacer las perversiones más particulares de cualquiera, sino para ayudar a descubrir algunas nuevas.

 

Una experiencia reveladora es buscar información sobre Pornhub en Google. Es tan ventajoso su posicionamiento y tan variada su oferta que los términos siempre bailarán para que esos resultados arrojen vídeos pornográficos que tratan sobre lo que usted está buscando.

 

Por ejemplo: si buscamos información sobre las oficinas o los trabajadores de Pornhub, Google nos propondrá el vídeo "Mi asistenta quiere un aumento" o "Secretaria seduce al jefe". Y si buscamos “historia de Pornhub” no nos aparecerá un artículo que nos ayude a dibujar la trayectoria de la plataforma sino vídeos porno como “Las eróticas aventuras de Marco Polo” o “Mamada en el museo creacionista”.

 

Para conocer los orígenes de la plataforma de vídeos sexuales para adultos más popular del mundo hay que hablar, primero, de la plataforma de vídeo más popular del mundo, a secas. Si YouTube nació en 2005 (y es hoy un fenómeno que ha cambiado para siempre la industria del entretenimiento y la segunda web más visitada del mundo tras Google) fue para saciar también un bajo instinto.


Un joven llamado Jawed Karim buscaba desesperadamente en Internet

el vídeo en el que a Janet Jackson se le ve parcialmente un pecho durante el medio tiempo de la Super Bowl de 2004. No lo encontró por ningún lado. Pensó: “¿Por qué no existe ninguna web donde la gente pueda subir vídeos y los demás podamos verlos?”. El resto es historia y está, toda entera, en nuestros dispositivos móviles.

 

Pornhub nacería dos años después, fundado por un desarrollador web llamado Matt Keezer y como parte de una compañía más grande llamada InterHub. El dominio "Pornhub" costó solamente 2.500 euros. Si su historia cambió fue con la llegada de Fabian Thylmann (Aachen, Alemania, 1978) en 2010. Hasta ese momento Pornhub era una plataforma donde existía, básicamente, material pirata: los propios usuarios subían escenas pornográficas que tenían en sus discos duros, habitualmente ilegales porque tenían copyright. Thylmann enfocó la operación con la cualidad que uno nunca se esperaría en el porno: frialdad.

 

Con mentalidad de empresario, compró Pornhub y otras plataformas que eran

su competencia (como YouPorn o RedTube). En una industria acostumbrada a

que sus mandamases fuesen hombres interesados en el porno y que se

dejaban llevar por instintos más básicos, Thylmann triunfó porque el porno le

interesaba más bien poco: él sabía de números, préstamos, publicidad y

tecnología. El hombre que regaló al mundo la posibilidad de ver cualquier tipo

de porno, en cualquier momento, en cualquier lugar y a cambio de nada no

estaba pensando en sexo, sino en dinero.

 

Thylmann vendió la compañía en 2013 por 66 millones de euros mientras era

investigado por evasión de impuestos y hoy ya no forma parte de ella. En 2015

pagó una multa de cuatro millones y medio de euros y se retiraron los cargos

en su contra. Hoy, casado y con dos hijos, se presenta en su cuenta de Twitter

como "padre e inversor".

 

¿Pero cómo se hizo rico Thylmann por un servicio gratuito? La historia es paralela a la de cualquier contenido multimedia en Internet. En una primera etapa ofrecía un material que ni era suyo, pero él afirmaba que solo ponía su tecnología a disposición de los usuarios y no podía controlar la disponibilidad legal de lo que se subía. Por otra parte, las productoras porno que poseían los derechos de esos vídeos veían, derrotadas, como era imposible luchar contra ello: buscar material para borrarlo era una tarea titánica e, incluso cuando lo conseguían, volvía a estar subido en cuestión de días.

 

Esto no duró demasiado: en una segunda etapa, al igual que ocurrió antes con la música y Spotify o con el cine y las plataformas de streaming, la industria del porno supo que si no podía con su enemigo tenía que unirse a él. Hoy Pornhub funciona con la colaboración de cientos de productoras que lo nutren de material, comparten con Pornhub las ganancias por publicidad y redirigen a los usuarios a sus propias webs.

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Y, por supuesto, en una tercera etapa se cumplió otra máxima de Internet: si lo que ofreces gratuitamente es bueno, el usuario estará dispuesto a pagar una cuota para verlo con más facilidad y sin anuncios. Por 9,99 euros al mes (lo que cuesta Spotify), el contenido se multiplica, ofrece más calidad de imagen y hasta la posibilidad de realidad virtual.

 

En 2018 Pornhub obtuvo una media de 92 millones de visitas diarias. Esto ya no es un recoveco oscuro y secreto. Esto es el porno convertido en algo tan popular y masivo como Twitter (que tuvo ese año 100 millones de visitas diarias, o sea, solo ocho más que Pornhub). El porno, además, ha perdido en gran medida su sombra de basurero social: hay actores porno que publican novelas y dan sesudas entrevistas (Logan Pierce), hay actrices porno que filman cine convencional, publican ensayos y son reconocidas activistas feministas, como Sasha Grey, y no olvidemos que la mayor estrella multimedia de la actualidad, Kim Kardashian, un producto con denominación de origen en el siglo XXI, se hizo célebre cuando una cinta pornográfica suya se filtró y se convirtió en la más vista de la historia. Pocos años después, la revista Time la nombraría una de las mujeres más influyentes del mundo y Vogue le daría varias portadas.


Precisamente el marido de Kim Kardashian, Kanye West, ayudó en septiembre de 2018 a confirmar este camino hacia la popularización masiva de Pornhub al no solamente actuar

en su primera gala de premios, sino ejercer de director creativo. West diseñó los galardones (dildos gigantes), estrenó un videoclip producido por Spike Jonze y pidió al artista Richard Kern que crease los visuales para las pantallas gigantes que rodeaban el evento, emitido en streaming a través de la propia plataforma de vídeo. Mientras tanto, se iban entregando los premios: mejor mamada, mejor fetichista, mejor actor superdotado... Este año la segunda gala de premios Pornhub se celebrará el 11 de octubre y, por ahora, está confirmada la presencia de el puertorriqueño Bad Bunny, estrella de la música actual e icono millennial.

 

Como parte de ser masivo en la actualidad pasa inevitablemente por ser comprometido, Pornhub ha llevado a cabo iniciativas como plantar un árbol por cada 100 vídeos vistos y ha rodado una escena porno llamada "El porno más sucio jamás visto" que tiene lugar en una playa llena de residuos: por cada vista, la plataforma hace una donación a la organización Ocean Polymers. Acumula, en menos de un mes, más de cinco millones de vistas por las audiencias.

 

Pornhub ha hecho algo casi más valioso por el mundo que regalarle porno

gratis: traza, cada año, el que es probablemente el perfil psicológico más

íntimo, verídico y fascinante de la actualidad. Todos los meses de enero

Pornhub publica sus estadísticas: qué tipo de porno vemos, cuándo, cómo,

dónde. Liberados de convencionalismos sociales y yendo a lo más atávico y

profundo de nosotros mismos, no hay probablemente ningún informe anual

que diga más sobre el alma humana. En 2018 la estrella porno más buscada

fue Stormy Daniels, todo porque aseguró haber tenido un romance con Donald

Trump en 2006.

 

Tal vez el más llamativo uso de Pornhub que ha enfrentado a la actualidad tuvo

lugar en enero de 2018, cuando el servicio de emergencias del Estado envió

por error a los hawaianos una alerta de misil. Durante la hora y media en que duró el pánico, el tráfico de Pornhub se desplomó en el archipiélago. Una vez resuelto el error y anunciado que la vida seguía normalmente, la plataforma vivió uno de los picos más espectaculares de su vida. Todo el mundo decidió que había que celebrar que estaban vivos. Eyaculando, aparentemente. Si uno lo piensa desde la perspectiva biológica, está lleno de sentido. Y desde la perspectiva intelectual, lleno de poesía.

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