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LA HEGEMONÍA DE WOODSTOCK. Parte II.

Oscar Rodríguez Gómez

Fascinación: atracción alucinante con una raíz un tanto inconsciente. Eso es lo que tras de 50 años la mediática actual señala como característica del Festival de Woodstock 1969. Dicen que es fascinante por “Un público enorme”; por la fijación en la cognición de todo el mundo “civilizado” del lema “Amor y Paz”; por la inmediatez de su registro cinematográfico y desde luego por la proyección a la eternidad de los artistas que participaron.

 

Salvo los movimientos de las divisiones nazis y sovieticas, digamos en Kursk en 1943, la mayor batalla de la WWII, nunca en la historia se había congregado espontáneamente tal cantidad de humanos con el fin de no tener otro que el de divertirse con algo DIFERENTE. Michael Lang y el resto de empresarios imaginaron un evento para 200.000 personas, e incluso después de que en la venta anticipada se vendieran 186.000 entradas a US$18 (alrededor de US$120 al cambio de hoy), no pensaron que mucha más gente acudiría.


Se estima que 500.000 personas asistieron a Woodstock al potrero de una granja lechera en la localidad de Bethel, 70 kilómetros al suroeste de la localidad que lleva ese nombre. 

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El enorme número de gente convirtió el festival, en un principio pensado como una iniciativa de la que sacar beneficio económico, en un concierto gratuito. Al amanecer del tercer día, la resurrección arrojaba la estadística de que Bethel, por un día, se convirtió en la tercera ciudad más poblada en el estado de Nueva York.


Por otro lado, en 1969, los estadounidenses estaban profundamente divididos. Había un creciente malestar causado por la guerra de Vietnam y tensiones raciales que provocaron revueltas en 125 ciudades el año anterior, tras el

asesinato de Martin Luther King. Pese al pánico que invadió a los organizadores y a las autoridades cuando el área de Woodstock preparada para el festival se abarrotó de gente, el evento destacó por su ambiente pacífico. Se registraron tres muertes: dos por sobredosis de drogas y otra cuando un espectador, que estaba durmiendo, fue atropellado por un tractor en un campo de heno cercano. Lo “bien portada” de la jipiza, es remarcado una y otra vez en la película, hasta por el jefe de policía del condado.

 

Los créditos principales del documental filmado sobre la marcha, salvo el

del realizador Wadleigh, se los llevan los editores: esos magos de la

entonces “moviola”, sin digitalización alguna, que hasta innovaron al cine

con sus dobles y triples tomas y secuencias simultáneas y la mejor edición

acústica posible en medio del caos. Fueron Martin Scorsese y su

inseparable Thelma Schoonmaker, hoy terminando “El Irlandés”.

 

La fascinación de los ahora sí millones de freaks por completo destapados

de la represión de los cuatros primeros años de la explosión psicodélica y

la brutal reacción de las buenas conciencias (y de las malas, peor: Nixon en

el poder), obtuvo su climax cuando el 26 de marzo de 1970 Hollywood

Boulevard estrenaba en Panavision, estéreo (ni dolby había) y con más de tres horas de duración (la fascinante épica americana) el registro que el equipo de Scorsese había pulido para un futuro que ya hasta se fue. La chaviza se vio en el cine. El Oscar, con los Weinstein de la época retorciéndose en su hipocresía, resultó “santo súbito” para académicos y público. El Oscar se entregó en febrero de 1971.

 

La fuerza de las estrellas y no tanto que se presentaron, 30 entidades en total, de un día a otro incrementaron la venta de sus acetatos al 200%. De repente, lo mismo en el cuasifeudal San Luis Potosí que en Calexico y Seattle, en Paris lo mismo que en el convulso Berlín de la época, los discos de Hendrix, The Who, Janis Joplin, Jefferson Airplane, Crosby, Stills, Nash & Young et. al. se convirtieron en referencia de vida de lo que no ha cesado de identificarse como la Nación Woodstock.

 

Además de los “principia” de amor y paz catalizados por la música, el legado de valores de la gesta erótica trajo a la consciencia planetaria (insisto: globalizada, que le dicen) contiene temáticas hasta entonces no sólo desdeñadas, sino reprimidas por el status sencillamente por el aspecto de los actores sociales que las pusieron en boga: Ecología, Libertad, Comunidad, Democracia, Alternativas, Conocimiento y Altruismo, tal y como aparecen estas palabras en los post créditos de la película.

 

ECOLOGÍA


Como madre de las Ciencias de la Complejidad, en 1969 la palabra Ecología apenas se pronunciaba fuera del ámbito de la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza). Por su etimología la conoceréis: Oikos=Hogar. Cómo el entorno planetario distribuye la vida, cómo hace que abunde, por qué la biodiversidad, cómo las interacciones entre diferentes especies y las

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modificaciones que pueden ocasionar en el medio. Sus niveles de estudio son a nivel de organismos, poblaciones y  comunidades de poblaciones que conforman los ecosistemas y la biosfera en general.

 

Añádase, más allá de la SF, la ecología interna del humano y su proyección en las capas de energía generadas bioneuronalmente. Los dispositivos digitales dañan este último tejido…pero eso es otra historia. El caso es que ni GreenPeace ni Earth Action se hubiesen concebido sin ese fugaz encuentro de medio millón de humanos con su Madre Tierra.

 

LIBERTAD

Claro que se trataba de libertad para consumar las vibraciones de afecto entrelazadas por el fuego pasional, o como decía la canción “White houses”:

 

“They're crying out for love all the time,

But they fail to see the neighbors eyes.

The TV is on the six o'clock news,

And the channels are full color lies.

Company meets, the president speaks,

He's young but his bones creak.

Young girl dresses for the high school dance

And the guy next door is dying for a peek. Get straight!!

-Eric Burdon and the Animals 1969

 

Pero también la inacabable busca de conquistas por sobre el desenfrenado control social, el papel de organizaciones peor que “conservadoras”, el imposible acceso ciudadano a la comunicación social, vestirse como a uno le dé la gana etc.

 

COMUNIDAD

 

¿Qué podían tener EN COMÚN un wasp fracasado de Wall Street con un

perseverante afro o latino trabajando sin parar en East L. A.? ¿La chavita

rica destrampada bien aceitada con el mecánico redneck sentado a su

izquierda extasiados ambos a ritmo del Dead? ¿El hijo del millonario

abogado de Boston con el barrendero de un hospital en el Bronx? All

toegether now at Woodstock.

 

 

DEMOCRACIA

 

Ni por asomo en las jóvenes conciencias de la época se concebía el

cochinero electoral predominante en el patio trasero del Imperio. Sin la

mínima idea de que habría unos Bush, se tenía como diablo de pastorela a Richard Nixon, el primer y único mandatario del mundo y la historia echado por su propio pueblo. Si se pudo. Como se pudo elevar a los cielos la lucha por los derechos civiles que estos últimos años tanto se han crecido con las luchas de género.

 

ALTERNATIVAS

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Se enterró el pensamiento cuadrado. Todo es una enorme rueda que con un pensamiento circular, y por ello holistico, es capaz de abrir y cerrar válvulas de presión ecosocial con un sabio modo de empleo de la tecnología. Y en las artes, ni se diga. La alternativa jamás estará en la economía, sino en la expresión del afecto de la condición humana en evolución.

 

CONOCIMIENTO


Quizá el valor más socorrido en Woodstock 1969. Por ejemplo tardó diez años Pink Floyd para darle bola a la EDUCACIÓN ladrillera. En el Festival

sesentero el conocimiento no se aprendía, se llegaba a EL por medios artificiales o neurofisicos

o de plano con un guru. Nunca más el número regiría la aproximación a la realidad.

 

ALTRUISMO

En la ética burguesa, el concepto de altruismo se funde, por lo común, con las doctrinas morales religiosas sobre el amor al prójimo, el perdonarlo todo, etc. En las condiciones de extremo riesgo multitudinario, el concepto de altruismo, sin bien conservó su significación para la caracterización de las relaciones estrictamente personales entre los individuos, en la esfera de las relaciones sociales establecidas entre medio millón de gentes codo a codo rigieron, por primera vez conscientemente, los principios de una moral nueva, de cooperación y ayuda mutua, de conciencia del deber social, etc. que sustituyese el “primero yo, luego yo, enseguida yo y al último yo”.

 

La última toma de la versión 25 de Woodstock cierra con las intraducibles siglas, letras y palabras con un doble sentido sólo asequible en lengua inglesa:

 

WOODSTOCK GENERATION 19**- 20** R.I.P. It up, Tear It up, have a ball.

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