El que debió ser un bonus disc y que acabó cobrándose como nuevecito, reúne según eso la totalidad de las rolas creadas durante el viaje que significó “Egypt Station”. Van desde las grabadas en estudio, donde destaca la versión larga del hit original de “Egypt…”, la sorprendente 'Get Enough', hasta shows en vivo capturados en conciertos de lo que va del año en Abbey Road Studios, en la aún viva y emblemática The Cavern y hasta en Grand Central Station.
LA PERRA HA VUELTO
“¿Cómo fue tu infancia, Elton?”, pregunta Sebastian Rich en la introducción al Soundtrack Original de “Rocketman”, el cacareado biopic de Sir Elton John quien responde, en voz de Taron Egerton, con chicas del coro y todo:
I was justified when I was five
Raisin' Cain, I spit in your eye
Times are changin' now the poor get fat
De hecho, la película arranca con la llegada de su protagonista a una reunión de alcohólicos anónimos que servirá como hilo conductor para repasar diferentes etapas de su vida. Sin embargo, son las canciones las que sirven para hacer avanzar la trama en lugar de servir como un hecho aislado más o menos memorable. El primer súper número musical, “Saturday night is allright for fighting”, resulta ambientado en un pub victoriano, y no en las entonces nacientes discotheques o de plano en las calles, como lo muestra el cover que a la rola le hicieron The Who.
Y es que Rocketman se aleja mucho de los mejores biopics de artistas musicales de la historia del cine: Bird (1988), sobre Charlie Parker; Last Days (2005), sobre Kurt Cobain; I’m Not There (2007), acerca de Bob Dylan; Control (2007), la vida y muerte de Ian Curtis (Joy Division); The Runaways
TENIS, CINE & ROCK AND ROLL
Página del Oscarito, para leer sin prisa.
DE WOODSTOCK A CONCHAELLA, LA EVOLUCIÓN DE LOS FESTIVALES ES RADICAL.
Reuters 110819
Tres caóticos días de paz, música, barro y amor libre inmortalizaron el festival de Woodstock, en 1969, como la piedra angular de la contracultura de la década de 1960. Cincuenta años más tarde, los principales festivales de música no podrían ser más distintos, con patrocinadores, paquetes VIP, carpas con aire acondicionado, comida gourmet e influencers en las redes sociales.
Las empresas están invirtiendo en más de 800 festivales de música sólo en Estados Unidos, atraídos por audiencias de millennials difíciles de complacer que buscan experiencias junto con la música.
“El patrocinio es una parte enorme de las fuentes de ingresos. Para los grandes festivales, tiene números de siete cifras”, comentó Andy Gensler, editor ejecutivo de la publicación de giras musicales Pollstar. “El costo del talento y de producción finales pueden ser enormes, por lo que el patrocinio es parte integral para que estos festivales sobrevivan y prosperen”, agregó.
Atrás quedaron los días en los que los fans dormían al aire libre, sobrevivían con comida chatarra y soportaban malolientes baños químicos. En festivales como Coachella, Bonnaroo y Lollapalooza, los asistentes tienen baños con inodoros, instalaciones de arte, limpieza de zapatos, pistas de patinaje, mini tratamientos de spa y terapia sexual patrocinada por firmas como Revlon, American Express, Durex y Hewlett Packard.
“El consumidor milénico quiere y busca experiencias. Desea tocar y sentir y quiere hacerlo con otras personas”, señaló Brian Gordon, presidente ejecutivo de la agencia de mercadeo deportivo y entretenimiento Engine Shop de Estados
Unidos. “Ves elementos de arte o comida que se abren camino en festivales musicales para dar una experiencia cultural más amplia”.
Las comodidades no son las únicas cosas que han cambiado. Con el rap y el R&B superando al rock por primera vez en 2017 como el mayor género musical en Estados Unidos, estrellas como Beyoncé, Cardi B. y Jay-Z se encuentran ahora entre los artistas más solicitados de los festivales. Si bien bandas como The Rolling Stones y The Eagles dominan las giras, éstas atraen a una base de seguidores más grande “y lo último que quieren hacer es ir a un festival y acampar y comunicarse con 100 mil personas”, resaltó Gensler.
Coachella, celebrado durante dos fines de semana en el desierto de
California para unas 100 mil personas, tuvo 19 patrocinadores en 2019. A 9
mil 500 dólares la entrada para dos personas, el paquete más caro incluía
camas reales en carpas con aire acondicionado, estacionamiento privado y
transporte en carros de golf hasta el escenario.
Aunque los festivales de música han cambiado radicalmente, Gordon dijo
que su reciente evolución tiene reminiscencias de Woodstock.
“Woodstock no se trataba sólo de música. Era una experiencia cultural
compartida. Obviamente, los festivales de música de hoy son muy diferentes de lo que fue Woodstock en términos de lo que era esa experiencia cultural, pero no se trata sólo de música”, concluyó.