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LA ESCUELA TRADICIONAL NO RESPONDE AL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO. IMPARTE CONTENIDOS FRAGMENTADOS.

Con info de ElPaisAmerica.

Desde que creó en 2009 la Academia Khan, una plataforma online gratuita de aprendizaje y sin publicidad (sin ánimo de lucro), más de 72 millones de personas de todo el mundo han seguido alguna de sus 7,000 lecciones en vídeo, unas 100 horas de contenidos que abarcan desde la aritmética básica a la Revolución Francesa. Son distintivos de su modelo pedagógico los mapas de contenidos, un software que encuentra conexiones entre los temas y genera ejercicios de forma automática. Evolución de los famosos mapas conceptuales de los inicios de la Educación a distancia.

 

“Es más fácil entender una idea si la puedes relacionar con otra que ya

conoces”, explica Khan. Pone un ejemplo: la genética se estudia en

Biología y el cálculo de probabilidades en Matemáticas, cuando las dos

están estrechamente relacionadas. “Son divisiones que limitan la

comprensión y dan una imagen errónea de cómo funciona el universo”,

dice en alusión a su libro “La escuela del mundo, una revolución

educativa” (Ariel), donde hace una crítica feroz del sistema educativo. En

su opinión, esa forma de enseñar marca la diferencia entre memorizar una

fórmula para un examen —lo que sucede hoy en la escuela— o interiorizar

la información y ser capaz de aplicarla una década más tarde.

 

La escuela tradicional no responde al funcionamiento del cerebro, las

redes neuronales funcionan con la asociación de ideas, no con temas estancados”, recalca y plantea su narrativa: Mientras enseñaba matemáticas a su prima Nadia en 2004, dedujo que esta se había perdido la clase en la que se explicó la conversión a unidades. Desde ahí, la niña no levantó cabeza en la asignatura.

 

 “Ese es otro de los problemas del aula actual, la mentalidad de que hay que seguir con el temario, respetar el calendario. La repetición es básica para el aprendizaje y en un aula normal no se retrocede hasta que todos los alumnos comprenden; algunos se quedan por el camino”. Porque cada uno, afirma, tiene un ritmo de aprendizaje distinto. “Y si no aprenden a su ritmo, acumulan vacíos”. Le ocurrió a su prima hasta que él comenzó a impartirle lecciones por teléfono y a volver una y otra vez sobre los conceptos que se le resistían y le impedían continuar aprendiendo conceptos matemáticos. Visto el éxito, otros familiares le pidieron ayuda. El teléfono ya no era útil así que empezó a hacer vídeos que colgaba en Internet y que son el germen de esta escuela mundial donde la pizarra con los ejercicios no se borra, está siempre en la nube disponible para el alumno.

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El matemático e ingeniero estadounidense Salman Khan, fundador de la Academia Khan, fue galardonado el mes de mayo con el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2019. La Khan Academy, su creación, es una web gratuita que permite que niños y adolescentes de todo el mundo aprendan matemáticas y ciencias a su ritmo, a través de vídeos y ejercicios.

 

El jurado del “Princesa” concedió el premio a Khan y a la plataforma por él creada en 2008 por la consolidación de "un formato original y transformador" que ofrece material educativo gratuito, a través de Internet, para todas las edades y en cualquier lugar del mundo. Con una "visión pedagógica innovadora", Khan ha ideado un proyecto formativo complementario a partir de su lema "solo tienes que saber una cosa: puedes aprender cualquier cosa".

 

Si algo tiene claro Salman Khan (Nueva Orleans, 43 años) es que no hay que limitar a los niños con NUESTRO PROPIO aprendizaje. Han nacido en OTRO TIEMPO. Khan, matemático, ingeniero eléctrico e informático formado en Harvard y el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), se estrujó el cerebro para dar con una nueva pedagogía que ayudara a una de sus sobrinasprimas de 12 años a entender las matemáticas. Lo consiguió. “Sin prejuicios ni hábitos adquiridos”, cuenta, porque él nunca había sido docente. Descubrió que la clave era buscar las conexiones con otras áreas, todo eso día tras día en conversaciones desde Boston —donde él residía— a Nueva Orleans. Así identificó el “gran fallo” de la escuela tradicional: el contenido se imparte FRAGMENTADO, en temas autoconclusivos. Con todas las conexiones cortadas.

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“A veces cuando tienes una gran idea, el universo conspira para hacerla posible”, cuenta el matemático. En su caso, sucedió así. En 2009 decidió dejar su puesto como analítico financiero en Silicon Valley para dedicarse por completo a su proyecto educativo, al que destinó todos sus ahorros. Tiempo después, el éxito y la viralidad de sus clips, en los que se escucha su voz pero su imagen no aparece por una cuestión de “austeridad” —“no tenía una cámara profesional para grabarme ni presupuesto para comprar una”— empezaron a llegarle donaciones millonarias de los grandes de la tecnología.

 

Los 1,5 millones de la Fundación Bill y Melinda Gates o los dos millones de Google, a los que se sumarían otras cantidades de magnates como el mexicano Carlos Slim, condujeron en 2012 a que Khan fuese una de las 100 personas más influyentes del mundo, según la revista Time.

 

Su diagnóstico es que la humanidad está viviendo un punto de inflexión que solo se produce cada 1,000 años, circunstancia que debe propiciar el surgimiento de nuevos modelos educativos sobre una base científica: los “mejores teóricos” de la educación han concluido que la capacidad de atención de los estudiantes oscila entre los 10 y los 18 minutos. Las clases continúan siendo de más de 50 minutos. “¿Por qué esos hallazgos no se han aplicado? El SISTEMA tiende a NO HACER CASO a hechos BIOLOGICOS indudables”, remarca en su libro.

¿A qué época se remonta el actual sistema educativo que tanto se resiste al cambio? Khan no duda en su respuesta. El origen de los estándares actuales, “que potencian un aprendizaje pasivo basado en la escucha”, se instauraron en la Prusia del siglo XVIII, con el propósito de formar “ciudadanos leales y DOCILES” que aprendieran a someterse a la autoridad de los profesores, los progenitores, la Iglesia y el rey. “Se perseguía acortar el pensamiento independiente, pero ahora vivimos una revolución sin precedentes de la información y esa fórmula ya no vale: el pensamiento analítico es necesario para SOBREVIVIR”.

 

Para Khan otro de los grandes problemas es que las familias buscan la mejor educación para sus hijos y, en muchas ocasiones, se olvidan del interés y el bienestar de los niños de la calle de enfrente. “Ser EGOISTA es inherente a la naturaleza humana, pero no es aceptable que solo el 1% de la población entienda lo que está pasando y tenga las herramientas para sobrevivir. Si no perseguimos la educación del vecino, el sistema democrático no funcionará y estaremos permitiendo que surjan los extremos”, concluye.

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