El que debió ser un bonus disc y que acabó cobrándose como nuevecito, reúne según eso la totalidad de las rolas creadas durante el viaje que significó “Egypt Station”. Van desde las grabadas en estudio, donde destaca la versión larga del hit original de “Egypt…”, la sorprendente 'Get Enough', hasta shows en vivo capturados en conciertos de lo que va del año en Abbey Road Studios, en la aún viva y emblemática The Cavern y hasta en Grand Central Station.
LA PERRA HA VUELTO
“¿Cómo fue tu infancia, Elton?”, pregunta Sebastian Rich en la introducción al Soundtrack Original de “Rocketman”, el cacareado biopic de Sir Elton John quien responde, en voz de Taron Egerton, con chicas del coro y todo:
I was justified when I was five
Raisin' Cain, I spit in your eye
Times are changin' now the poor get fat
De hecho, la película arranca con la llegada de su protagonista a una reunión de alcohólicos anónimos que servirá como hilo conductor para repasar diferentes etapas de su vida. Sin embargo, son las canciones las que sirven para hacer avanzar la trama en lugar de servir como un hecho aislado más o menos memorable. El primer súper número musical, “Saturday night is allright for fighting”, resulta ambientado en un pub victoriano, y no en las entonces nacientes discotheques o de plano en las calles, como lo muestra el cover que a la rola le hicieron The Who.
Y es que Rocketman se aleja mucho de los mejores biopics de artistas musicales de la historia del cine: Bird (1988), sobre Charlie Parker; Last Days (2005), sobre Kurt Cobain; I’m Not There (2007), acerca de Bob Dylan; Control (2007), la vida y muerte de Ian Curtis (Joy Division); The Runaways
TENIS, CINE & ROCK AND ROLL
Página del Oscarito, para leer sin prisa.
LA MALDAD ACECHA EN CUALQUIER LUGAR: “HOTEL MUMBAI”.
Oscar Rodríguez Gómez
El 26 de noviembre de 2008 no fue un día más en Mumbai, el antiguo puerto conocido como Bombay, tan socorrido en el pasado en películas de mar y selva. Aquel día la ciudad más populosa de la India fue escenario de una serie de 12 ataques terroristas, perfectamente coordinados por un grupo islamita, que dejó como saldo 173 muertos y más de 300 heridos. Durante horas hubo disparos a quemarropa y granadas en estaciones de trenes, restaurantes, sedes policiales y hoteles cinco estrellas, entre ellos el Taj Mahal Palace & Tower.
La serie de atentados terroristas que lastimó el corazón financiero de la India, es un evento en el que se reunieron, en escala mayor, el heroísmo y el sacrificio pero, también, la estupidez criminal, en forma del fanatismo y, la ineptitud del gobierno que no sabe cómo reaccionar ante un ataque a gran escala sobre gente inerme.
En “Hotel Mumbai”, la que resulta su ópera prima, el realizador Anthony Maras intenta imponer un sentido realista, casi testimonial, a lo que muestra. De allí que intercale imágenes de archivo de noticieros con las ficcionales. El australiano parece haber visto toda la filmografía de Kathryn Bigelow antes del rodaje. La ex de James Cameron, se ha especializado en narrar situaciones violentas concentradas en tiempo y espacio –“Strange Days” (1999); “The hurt locker” (2008); “Zero Dark Thirty” (2010) y “Detroit” (2017).
Fiel al estilo de Bigelow, el realizador educado en la Universidad Flinders en Adelaida, Australia, toma el pulso a la hora de filmar las escenas de acción mediante un registro urgente, de cámaras en movimiento constante, para mostrar lo que va sucediendo en los distintos ambientes del hotel sede del drama. En ese sentido, Maras y su coeditor Peter McNulty suman un punto a favor logrando sostener la atención durante dos horas.
El problema con esa búsqueda de realismo es que no se lleva del todo
bien con la concepción de héroe que propone la película, así como
tampoco con algunos diálogos altisonantes francamente moralistas. Si
bien Maras tiene el cuidado de no juzgar a los terroristas, a quienes ubica
no en un lugar de víctimas, pero sí de pobres tipos alienados por el
fanatismo religioso, hay enlos empleados del hotel un espíritu de heroísmo
intransigente que los emparenta más al John McLane de “Duro de matar”
que a un grupo de civiles sometidos a circunstancias extraordinarias,
lo que le da al film un sentido innecesario.
Dev Patel, que ya dejó de ser el pequeño de “Slumdog Millionaire” y ahora
es arroz de todos los moles que involucren protagonista hindú, es Arjun, uno de los empleados en
apariencia más atarantado del hotel, pero que de pronto se convierte en quien mejor pueda mantener a salvo
a los huéspedes. Armie Hammer, que fue El Llanero solitario, aquí también debe poner a relucir su sagacidad y músculos: es el buen esposo y mejor padre.
Pero aunque de breve desempeño, hay un ruso, hombre de negocios entre los huéspedes, que recalca el desperdicio de un actorazo como Jason Isaacs, el inefable Lucius Malfoy de la saga Harry Potter, quien sólo adquiere protagonismo en “Operación Escobar” y “La cura siniestra”, pelis que el siglo pasado pasarían como de clase B. Solamente -y en menos de 10 minutos de metraje- Isaacs desborda su talento de humor cáustico en “La muerte de Stalin” (Armando Iannucci, 2017) en el papel del Mariscal Zhukov, conquistador de Berlín.
Es complicado hacer un relato con personajes reales y de ficción basándose en una masacre. Por eso Anthony Maras acierta en no poner a
los extranjeros como meras víctimas de lo que sucede en un país foráneo, aunque exagera en equiparar a los empleados del hotel con los huéspedes internacionales.
Guardando la distancia, no es como en “Missing”, (Costa-Gavras, 1982), en la que terminaba importando más qué les sucedía a los familiares del gringo desaparecido que lo que acontecía en la
Chile del golpista Pinochet.
En “Hotel Mumbai”, es obvio que el realizador explota el baño de sangre que
ocurrió en noviembre del 2008 dentro del reputado hotel asiático. Más allá de
las cualidades emocionales y simbólicas del hecho, lo que se ve en pantalla
es una escalofriante exhibición de crueldad. Durante horas interminables,
el reputado Hotel Taj se convierte en un matadero, en el que un puñado de
criminales veinteañeros, violentos e influenciables, privan de la vida a
balazos a decenas de personas en el nombre de la religión.
La cámara se regodea al mostrar, con insistencia provocadora y por momentos insoportable, cómo los monstruos adoctrinados descargan sus armas sobre inocentes inermes ante una barbarie que no consiguen entender.
En medio de la brutalidad, la habilidad de Maras para deslizar un mensaje altamente positivo -aunque lugar común- de una historia que imagina como fueron los hechos: los cuenta desde el punto de vista de los huéspedes y el personal del
hotel. Juntos hacen equipo para escapar de los pistoleros que van recorriendo cada nivel del edificio, hurgando los cuartos, para buscar presas y darles muerte.
Dev Patel se convierte en uno de los héroes inesperados, como un mesero diligente que cumple, más allá de su deber, con el slogan del hotel: “aquí el huésped es un dios”. Bajo esa encomienda, se queda a ayudar a los rezagados para organizar el improbable escape. Armie Hammer y Jason Isaacs, por su parte, forman parte de los huéspedes quienes, desde temperamentos opuestos, idean la manera de sobrevivir, dispuestos a pagar el más alto de los precios en el nombre de las personas que los rodean.
Y en medio de todo el caos de destrucción y sangre, queda un enorme sentimiento de coraje, por la inoperancia del sistema contraterrorista en el país donde ocurre la tragedia. Un líder
siniestro, que se encuentra en Pakistán, guía tranquilamente el
operativo a través de llamadas de teléfono celular. Mientras, las
autoridades no consiguen ponerse de acuerdo para enviar, desde
Dheli, a horas de distancia, un equipo especial para que neutralice a los
pistoleros.
Al final, lo que queda de “Hotel Mumbai” es un drama documental muy
parecido a una película de desastre. Narrada con excelente ritmo y
presentada con una contundencia demoledora, es una película
trepidante,difícil de ver, pero muy precisa sobre hechos que sólo
confirman que la maldad acecha en cualquier lugar, y es alimentada por
los más absurdos
motivos.