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WOODSTOCK: REGRESA UNA NACIÓN.

Oscar Rodríguez Gómez
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Michael Lang tiene 74 años pero nadie lo diría a juzgar por su aspecto. El pasado 19 de marzo de este 2019 convocó a rueda de prensa en el emblemático estudio de grabación y más de Electric Lady Studios, en New York, para el anuncio formal del festival que logrará el regreso de la Nación de Woodstock, la congregación humana más grande de todos los tiempos reunida en torno a la música, a cincuenta años del suceso “de proporciones bíblicas”, como dijo Jerry García entonces ante las cámaras.

 

En el podio, al lado de Lang y los empresarios Alan Zweibel y Andy Berstein, contrastaban la figura rapera de Common -devenido en inversionista- y de la leyenda del Rock viva y bien -por cierto muy consentida en México-, de John Fogerty, el lider de los Creedence. Tras de adelantar los numerosos artistas de todos los tiempos del Rock, que desde ya confirmaban su deseo de participar, de inmediato el asunto del dinero: Los artistas top 10 serían pagados por adelantado mediante un fideicomiso puesto en marcha desde 2016.


El aniversario 50 del Festival “3 días de paz y música” ha comenzado a producirse bajo la licencia de “Woodstock Ventures”, compañía fundada por Michael Lang con los originales promotores de la gesta de 1969, Joel Rosenman y Artie Kornfeld. Desde luego que el evento conmemorativo, y más, no se realizará en la legendaria Granja de Max Yasgur, dependiente del

pueblo de White Lake -genuino escenario, ya que la autoridad de Woodstock impidió por la fuerza el festival, pero la denominación se quedó- dada la domesticación del espíritu original y su integración “a la vida común”. La también emblemática ciudad de Watkins Glen, sede del Grand Prix automovilístico Formula 1, ha aceptado y puesto en marcha la preproducción del mejor plus posible para el ya famoso sitio.

De acuerdo con Deutsche Welle, en agosto de 1969 Michael Lang era un hombre buscado por la ley. Él y sus amigos, un grupo de hippies provenientes de todos los ámbitos laborales imaginables, habían empezado a construir gigantescos escenarios en Woodstock sin tener los permisos correspondientes. “La policía tenía un pasquín con mi foto y vinieron a buscarme a Woodstock. Por suerte había 400 tipos trabajando 24 horas al día, siete días a la semana, y todos tenían la misma pinta, así que tratar de localizarme allí era misión imposible”, cuenta Lang.

 

El promotor y productor de conciertos recuerda con una

sonrisa los preparativos del macroconcierto musical más

celebre de la historia. “Empezó con una comida en mi casa,

con varios colegas, todos estábamos de acuerdo en que

estaba pasando algo muy importante en Estados Unidos y

queríamos organizar un evento para reflejar eso. Un concierto

de tres días anclado en los conceptos de la paz y el 'deja vivir'.

En aquellos tiempos éramos muy ingenuos y estábamos

convencidos de que el mundo que perseguíamos era posible”.

 

Michael era único de los tres amigos (John Roberts y Joel

Rosenman eran los otros dos) con experiencia en conciertos,

gracias a su trabajo en el festival de Miami, pero aún así, nada

le había preparado para lo que vendría luego: “Esperábamos

50,000 personas y el día en que abrimos los accesos ya eran

más de 300,000. Creo que ninguno de nosotros habíamos

imaginado algo así. De hecho, recuerdo que cuando llegamos

a los terrenos que habíamos alquilado para los conciertos e instalamos el tráiler nuestra única preocupación era cómo demonios íbamos a preparar toda aquella extensión para proveer a los asistentes con los servicios básicos. Piensa que no

había agua, la electricidad era una broma, no teníamos teléfonos, había que instalar baños... era un locura. Los únicos que habían hecho algo así antes eran los integrantes del cuerpo de ingenieros del Ejercito. ¿Si les llamamos? Claro, pero no quisieron reunirse con nosotros [risas]”

 

Pero el pánico inicial fue la falta de cabezas de cartel que pudieran dar al festival la identidad necesaria para atraer a miles de personas. “Sí, aquello fue bastante estresante. Cuando íbamos a hablar con los mánagers de los grupos, nos miraban con esa combinación de burla y desdén. Como si fuéramos unos entrometidos. Sin embargo, todo cambió cuando conseguimos que Creedence Clearwater Revival firmara el contrato: entonces todos se pusieron en fila para venir. Si estaban los Creedence, ¿cómo no iban a estar los demás?”.

 

El 15 de agosto de 1969 Richie Havens apareció en el escenario. No había ni un rincón libre a sus pies: centenares de miles de personas habían colapsado las carreteras colindantes, derrumbado las vallas e instalado campamentos. Algunos se dedicaban a ordeñar las vacas que pastaban por allí, otros se bañaban desnudos en el río y las drogas circulaban con naturalidad. “Es cierto, fue algo increíble, indescriptible. Aquella marea humana que lo invadía todo… sólo veías cabezas y más cabezas. Cuando antes de abrir las puertas alcanzamos las 100.000 entradas vendidas anticipadamente ya sospechamos que sería algo histórico, pero se nos fue de las manos. Lo que si me parece relevante es que no hubo problemas de orden público”. Lo cual es atestiguado en voz viva por entrevistados en el film realizado en paralelo al festival.

 

ERUDICIÓN Y NACIÓN

 

El concepto de nación tiene su origen en el vocablo en latín nātio, que a su vez deriva de nāscor (noción que, en español, significa “nacer”). Dicha palabra latina se emplea como sinónimo de “nacimiento” y “pueblo”, pero también se utiliza para hacer referencia a “especie” y “clase”.

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El concepto de nación, en la actualidad, posee dos representaciones: una que se aborda desde la perspectiva política, la cual está basada en criterios de tipo jurídico y político y habla sobre la soberanía que rige dentro de un determinado Estado, y otra que describe a una nación de tipo CULTURAL, una noción socio-ideológica de espíritu más ambiguo y de mayor SUBJETIVIDAD que describe a un grupo humano donde se comparten determinados aspectos culturales comunes. Aunque de todas formas en el lenguaje cotidiano se utiliza la palabra nación como sinónimo de país, territorio, pueblo y Estado, la macrocomunidad espontánea de Woodstock acabó por autodenominarse NACIÓN en el sentido de COMUNIÓN CULTURAL.

Es importante tener en cuenta que la concepción cultural de una nación indica que sus integrantes tienen conciencia de que forman parte de un cuerpo ético-político distinto a otros, ya que allí se comparten, entre otros rasgos, la etnia, la lengua, la religión, la tradición o la historia común. 50 años después, esa vivencia que los científicos sociales ni idea tenían fuese posible en el imperio entonces en

manos del inefable Richard Nixon -único presidente gringo de todos los tiempos obligado a dimitir-, regresa, y fuerte, con la misión, según reza la página web oficial, enseguida declarada:

 

“El original Festival Woodstock Music & Arts hizo que la gente se reuniera consigo misma en tiempos de gran confusión. Nuestros 3 días de celebración de paz, amor y música probaron que es posible vivir juntos en armonía y COMPASIÓN. Vivir solamente con la representación de lo mejor de nosotros mismos. Eso le dio genuina esperanza a la gente alrededor del mundo”.

 

“Para Woodstock 50, estamos apoyando iniciativas que representan los retos de nuestros tiempos…pero nuestro llamado a las acciones es intemporal. Manténgase con nosotros. Haga una diferencia. Ayude a salvar el planeta y a la gente que en este vive. De eso se trata Woodstock”.

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