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ROCKETMAN, O COMO VIVIR EN LO MÁS ALTO SIN SER AMADO COMO ES DEBIDO.

Oscar Rodríguez Gómez
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Exhibida fuera de competencia, un par de semanas antes de su estreno mundial, Rocketman, de Dexter Fletcher, fue la sensación cuando el sujeto de un film que es todo menos una biopic se hizo presente para desfilar por la alfombra roja. Raro es que alguien del mundo de la música pop, tan lleno de tragedias y muertes prematuras, pueda fungir de productor ejecutivo de su propia película. Pero Elton John es un sobreviviente y ese es uno de los temas principales de Rocketman.

 

La película abarca desde los años 50 del siglo XX, década de construcción de la suma de todos los miedos de las buenas conciencias, el Rock & Roll, demonizado en la figura de Elvis Presley -hay un guiño al fundador en una breve toma del primer álbum de Elvis, lanzado por RCA el 23 de marzo de 1956-, y pasa por los 60’s y 70’s cuando se forjó la frase emblema de este portal que está usted leyendo (nada más una paráfrasis) “Sex and drugs and Rock & Roll”.

 

El propio Elton John dijo que él había llevado una vida así y que no quería prescindir de nada, lo que resulta esencial para ofrecer una visión mucho más completa de su ser, aunque luego todo lo relacionado con su homosexualidad ofrece pretextos que opten por censurarlo. Es digno de elogio que se trate algo así de forma tan directa, cuando Hollywood había mostrado una notable resistencia, apenas rota en la entrega de Oscares de 2018.

 

El trabajo de Fletcher es una película, no una traducción en

imágenes de una vida. De hecho, hay momentos en los que

el film casi parece desconectar un poco de la realidad para

captar mejor esa magia del talento de Elton John. La mayoría

de los biopics pecan de enaltecer a su protagonista y de

obviar o maquillar de forma exagerada los aspectos más

conflictivos de su vida. Sin más ni menos, Rocketman esquiva

esa usual exultación abordando sin tapujos, con la naturalidad

que los otrora prohibidos temas ni soñaron: tanto la

homosexualidad de Elton John como sus problemas con las

drogas. Todo junto. Así que fuera biopic y optar abiertamente

por el musical como género preferencial de la peli.

 

Lo primero que transmite la metamorfosis de Taron Egerton

en Elton John es algo interior. En apariencia está todo pensado

para que Egerton dé lo mejor de sí mismo, pero eso no impide que los actores y actrices de soporte se luzcan según sus posibilidades, y no las órdenes de un Fletcher de fiesta, como su película.

 

Ahí está Jamie Bell, un Bernie Taupin genuino poeta, amigo de coraza, sin la mínima inclinación a otra preferencia que las chicas norteamericanas más hermosas, destapadas y combativas de la historia. Está Richard Madden, figurín del mayate despreciable que captura a Elton como su agente, John Reid y, sobre todo, sus padres -Bryce Dallas Howard y Steven Mackintosh-, vehementes en expresar cómo influyeron para moldear la personalidad de John.

 

Desde la falta de amor de su padre cuando niño y peor aún de adulto y superstar, hasta el desinterés de su madre, tan gringa de los paranoicos 50’s, aunque buena para la bailada, que la mantiene activa hasta el final, no faltan indicios del talento innato de Elton para la composición y el inevitable repaso a cómo vieron la luz algunos de sus temas más celebrados, pero también cómo su vida personal va hundiéndose y él se refugia en las drogas y el alcohol para seguir adelante.

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De hecho, la película arranca con la llegada de su protagonista a una reunión de alcohólicos anónimos que servirá como hilo conductor para repasar diferentes etapas de su vida. Sin embargo, son las canciones las que sirven para hacer avanzar la trama en lugar de servir como un hecho aislado más o menos memorable. El primer súper número musical, “Saturday night is allright for fighting”, resulta ambientado en un pub victoriano, y no en las entonces nacientes discotheques o de plano en las calles, como lo muestra el cover que a la rola le hicieron The Who.


Y es que Rocketman se aleja mucho de los mejores biopics de artistas musicales de la historia del cine: Bird (1988), sobre Charlie Parker; Last Days (2005), sobre Kurt Cobain; I’m Not There (2007), acerca de Bob Dylan; Control (2007), la vida y muerte de Ian Curtis (Joy Division); The Runaways

(2010), de donde salieron Lita Ford y Joann Jett etc. Rocketman es inusitadamente clásica, plenamente funcional. Las canciones se hilvanan con el devenir dramático de la vida de Elton John de forma natural, en una simbiosis prácticamente perfecta entre creador y obra, dependiendo la una de la otra (y viceversa), pero sin llegar a asfixiarse en ningún momento. No hay melodrama exagerado, no hay sobrecarga épica, no hay atonías ni disonancias en este divertido y emocionante recorrido por la vida y canciones de Elton John.

 

Más tras una segunda lectura…

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