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OCURRENCIA MACABRA ATÓMICA DE INFLUENCERS EN INSTAGRAM

Oscar Rodríguez Gómez
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Tras la emisión de la exitosa serie “Chernobyl”, han aumentando las visitas a la zona en la que ocurrió el peor desastre nuclear de la historia. Muchos de sus visitantes aprovechan para inmortalizarse cosechando más críticas que 'likes'.

 

Basta con buscar por Chernobyl en Instagram para toparse con decenas de jóvenes posando a sus anchas “in situ” en el que ocurrió la tragedia nuclear en suelo ruso. La exitosa miniserie, que recrea con aceptable verosimilud los catastróficos sucesos que siguieron a la explosión de la central nuclear en la madrugada del 26 de abril de 1986, ha provocado que muchos influencers (y otros con ínfulas de serlo) se hayan desplazado hasta Prípiat, la ciudad ucraniana abandonada tras la catástrofe. Allí se inmortalizan improvisando toda clase de poses, a cada cual menos respetuosa con los hechos allí acontecidos.


A pesar de que tras la catástrofe la ciudad fue evacuada y a día de hoy es una zona fantasma (se estima que no será habitable hasta dentro de varios siglos por la concentración de elementos radiactivos que no desaparecerán hasta dentro de 24000 años), muchos jóvenes posan tocando el mobiliario urbano que aún sobrevive o directamente quitándose la ropa en mitad de la siniestra localización. Usuarios de Twitter se han percatado de la cascada de turistas en busca de ‘likes’ que frecuentan la zona los últimos días y han viralizado sus tuits. Muchos usuarios de la red social han mostrado su indignación por las imágenes,

Representan también la interacción directa, sin fronteras, sin límites de horario o temporalidad, accesible desde cualquier dispositivo móvil con Internet. Sólo la preferencia personal es la pauta. Lo actual, sobre todo para el entretenimiento, ya no es la otrora caja idiota de la televisión. Con los nuevos contenidos en redes sociales y plataformas, han sido expulsadas del gusto de las audiencias aquellas figuras impuestas por quienes las encumbraron y les dieron estatus de estrellas en las pantallas televisivas.

 

Y así, para toda preferencia, curiosidad, afán de conocimiento,

adquisición de habilidades o meras ganas de reír, existen miles de

influencers que interactúan y establecen con sus followers una suerte

de vínculo íntimo y –hay quien llega a creerlo así– hasta afectivo. Se

vuelve un cuate, un amigo... un ídolo. Ahí está gran parte de su secreto.

Y las marcas comerciales lo saben. Con el auge de los influencers

surgieron las agencias para representarlos, conseguirles jugosos

contratos publicitarios, presentaciones públicas, papeles de actuación,

portadas en revistas...


Entre lo más redituable para un influencer está la monetización a través de YouTube. A partir de ahí, vendrá la incursión al marketing en Twitter, Instagram, Facebook, siempre a partir del número de likes, de followers. De hecho, los llamados medios tradicionales, sobre todo la televisión y la radio, han tenido que aceptar esa eclosión e ir en pos de las figuras emergidas del universo de la Internet. De hecho, existen agencias de publicidad en todo el mundo ocupadas

considerándolas una falta de respeto hacia las víctimas del peor accidente nuclear de la historia.

 

Para viajar a la zona se necesita un permiso especial –que solo tienen residentes y trabajadores– por lo que los turistas deben visitarla en un tour que proporciona mascarillas y dosímetros para medir la radiación. Al parecer, tras la emisión de la serie, la contratación de estas visitas ha aumentado un 30% y las reservas para este verano han crecido un 40% respecto al año anterior. Las imágenes han despertado una indignación similar a

las tomadas por otros tantos instagramers en campos de concentración como

Auschwitz y su difusión en redes sociales ha provocado que algunos hayan

tenido que eliminarlas tras la lluvia de críticas e insultos.

 

¿Qué modalidad “humana” son los  'influencers' sino un fenómeno social y jugoso

negocio? En las redes sociales y las plataformas digitales, para los influencers

un nuevo suscriptor, otro follower, más likes y más views son el oxígeno sin el

cual no podrían sobrevivir. Obtener aceptación se vuelve un deseo obsesivo, una

pulsión permanente. Cada nuevo pulgar levantado, cada ingreso o registro en

sus canales no sólo representa el ascenso anhelado en la popularidad –a primera

vista, su razón de ser–, es también, y sobre todo, un asunto de pesos, de muchos

pesos. O dólares, o euros…

 

Entre los jóvenes, hoy un YouTuber equivale a una estrella de rock de otras

épocas. Y entre ellos, hoy en México nadie está al día si no sabe quién es o

sigue los canales, los blogs de LuisitoComunica, Yuya, Juanpa Zurita, Kimberly Loaiza, Juca, Nath Campos, Berth Oh, Luisito Rey o Giselle Kuri, por citar algunos.

 

En paralelo, Instagram es la red de moda para los influencers, y ha trascendido la mera publicación de fotografías, pues hoy se pueden compartir historias desde la función swipe up y en su canal de televisión. En esta red además, coexisten consagradas celebridades (cantantes, actores, comunicadores, socialités) con influencers. Pero son estos últimos quienes dan el golpe de originalidad en sus contenidos, y con mucha fortuna los ha encumbrado como bloggers o youtubers.

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Los influenciadores (castellanización horrible) saben lo que tienen entre manos: la capacidad de incidir sobre gustos, preferencias y decisiones de consumo de millones de personas. Y son ya una industria. El secreto está en los contenidos que producen, en dar a cada seguidor una sensación de cercanía y pertenencia a una colectividad. Todo ilusión.

 

Su motivación inicial al instalarse en la Internet era divertirse, darse a conocer y difundir opiniones, tutoriales y bromas. Pero hoy, los influencers constituyen un auténtico fenómeno de comunicación y además, un negocio de miles de millones de dólares a nivel mundial vía marketing, con numerosas campañas basadas en estos nuevos símbolos capaces de provocar movilizaciones masivas y tendencias de consumo.

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exclusivamente en contratar y realizar con ellos sus campañas.

 

 

La “Influencer Marketing Academy” imparte cursos a quienes aspiran a cobrar por elaborar contenidos sobre todo tema imaginable: recetas de cocina, tutoriales para hacer trabajos manuales, expediciones, aventuras, retos...Pero también hay influencers fraudulentos; otros que han caído de su pedestal y quienes han sido víctimas de su inmadurez y súbito auge. Pero también, los que no han podido con el peso de la fama. De todos modos, los “influencers” llegaron para quedarse.

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