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LA DAMA DE HIERRO, IMPASIBLE 130 AÑOS.

Oscar Rodríguez Gómez
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Aunque la celebración de efemérides tiende a una lógica por décadas o lustros, (los 10, 20, 25, 50 años) el aniversario 130 de la Torre Eiffel, máxima expresión de arte y urbanismo – y que no sólo representa a Paris sino a la paradoja del surgimiento de la modernidad en medio de la exquisitez de la cultura-, tiene este 2019 una importancia inusitada.

 

El incendio de la catedral de Notre Dame "despertó la conciencia de la gente sobre la importancia de nuestro patrimonio", y sobre el hecho de que "puede desaparecer o verse afectado", declaró a Reuters el encargado del departamento de cultura de la alcaldía de París, Christophe Girard. Y más adelante, en entrevistas banqueteras al turismo de La Dama de Hierro, se escuchó: "Desde el incidente en Notre Dame nos hemos dado cuenta de que los monumentos son frágiles y que pueden ocurrir accidentes", comentó al azar Greta Rama, una albanesa de 23 años.

 

Mide 324 metros de altura, pesa 7,300 toneladas y recibe a más de siete

millones de visitantes cada año. La Torre Eiffel, que fue duramente criticada

durante su construcción y luego se convirtió el mínimo común denominador

de los símbolos más queridos de París, es la construcción que inauguró la

posibilidad de polémica urbanística. No hay que olvidar que a la pirámide de

cristal del Museo del Louvre desató en su momento una gran polémica que

hasta la cultura Pop llegó.

 

En el bodrio novelístico convertido en una magnífica película – son

lenguajes diferentes- “El Código Da Vinci”, tanto Dan Brown como Ron

Howard (escritor y director, por separado) ponen en boca del protagonista

inspector Facha (agente del Opus Dei), tras una referencia a la ya también

emblemática pirámide, la hiriente sentencia de “una cicatriz en el corazón de

Paris”. El conservadurismo sin freno y con el poder de su lado.

 

Y es que La Dama de Hierro no siempre fue popular. Durante su construcción

estalló una enorme polémica, sus opositores presentaron denuncias y

hicieron circular varias peticiones para detener, primero, y después de plano

destruirla. Fue durante la Exposición Universal de 1889, en ocasión del

centenario de la Revolución Francesa, que se lanzó convocatoria para erigir

monumento conmemorativo, concurso que el ingeniero Gustave Eiffel ganó,

para gran disgusto de muchos artistas de la época, entre ellos el escritor Guy

de Maupassant, se comenta en AFP.

 

Construida en dos años, dos meses y cinco días, el monumento de más de

18.000 piezas de hierro fue en el siglo XIX el símbolo del "desempeño

técnico y arquitectónico", estima Bertrand Lemoine, arquitecto e historiador

entrevistado.

Desde entonces, su reputación siguió creciendo. "La Torre Eiffel es una visita

obligatoria cuando se pasa por la capital francesa” estima en taquilla Laurie,

una turista canadiense.

 

Como ella, Regina Rossmann, una alemana de 46 años, comenta que no dudó en volver una segunda vez a visitarla, esta vez con sus hijos, aunque "en relación a hace 20 años, la entrada ha subido mucho de precio": 9,70 euros (10,87 dólares) para un joven de 12 a 24 años y 19,40 euros (21,74 dólares) para adultos a partir de 25 años para subir hasta la cumbre de la Torre. Y no olvidar sumarle otros 10€ por la sacramental copa de Champagne…y si va acompañado, el besito en las puertas del cielo.

 

Para los parisinos, "La Torre Eiffel es, a pesar de los años, cada vez más popular", estima Agnès Sorlier, de 59 años, cuya oficina da directamente a la Dama de Hierro, pero que admite, un poco avergonzada, que "ya no la mira": “lamento que las obras, las rejas, el muro de vidrios levantado alrededor del monumento para protegerlo de ataques, crean una situación infernal y dan la imagen de una Torre Eiffel atrincherada”.

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Al respecto, el funcionario cultural Girard sentencia: “La Torre Eiffel es víctima de la época, una época de inseguridad (…) pero ella es más fuerte que todo eso". No obstante, el monumento es víctima de una "saturación" de visitantes. Se prevé volver a pintarla "por décima octava vez desde su creación", pese a que, según el especialista en urbanismo Bertrand Lemoine, el acumular capas de pintura puede ser "problemático".

 

A través de los años, la Eiffel también se ha hecho un espacio en la escena internacional, llevando mensajes políticos e incluso humanistas, como lo demuestran las numerosas veces que ha apagado sus luces en homenaje a las víctimas del terrorismo o de catástrofes. Así da ahora risa el que “En 1900, después de que el efecto de moda pasara, había un riesgo de que la Torre Eiffel fuera destruida porque se la consideraba superflua y anticuada", recuerda Lemoine.

 

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"Pero Eiffel, demostró su utilidad: la Torre Eiffel servía de antena de radio, lo que permitía garantizar la comunicación entre París y la frontera franco-alemana", añade el experto y "hubo un interés estratégico y militar en mantenerla". Al final de todo, el espíritu de la guerra como ariete de la modernidad.

 

Al caer la noche, luces láser comenzaron a ser proyectadas desde diversos puntos de la fachada de la torre para un espectáculo de 12 minutos, el cual se repetirá continuamente hasta el viernes por la noche. Escaladores profesionales instalaron el sistema de luces para el espectáculo.

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