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“YEARS AND YEARS”: DE LA LLEGADA A LA LUNA AL PESIMISMO TELEVISIVO.

 Daniel Bernabé, Russia Today.
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La anticipación fue uno de los géneros literarios más apasionantes de ese tiempo que va de la mitad del siglo XIX a la mitad del XX. Novelas, cuentos e incluso reportajes de prensa donde lo que se intentaba era traer nuestro futuro a nuestro presente, no sólo con la fuerza de la imaginación sino haciendo un ejercicio donde se tenían en cuenta los desarrollos científicos, técnicos y políticos para explicar qué nos iba a suceder.

 

Si en septiembre de 1865 se empezó a publicar de forma seriada en el 'Journal des débats politiques et littéraires' la obra de Julio Verne 'De la tierra a la luna', el 20 de agosto de 1969 el Apollo XI se posaba en la superficie de nuestro satélite. Ciento cuatro años después el inicio del sueño humano de conquistar otros

mundos se hacía realidad saltando de los tipos de plomo de la prensa al

oxígeno líquido de los motores del cohete Saturno V.

 

El viaje que separaba a nuestro planeta de su satélite duró prácticamente

lo mismo en la ficción que en la realidad, cuatro días, y fue uno de los hitos

de la carrera espacial que durante tres décadas enfrentó a Estados Unidos

y a la Unión Soviética, que hasta entonces había conseguido llegar primero

a todos los logros posibles con nombres como Yuri Gagarin, Valentina

Tereshkova o Alekséi Leónov.

 

Sin embargo, la gesta de Armstrong, Collins y Aldrin, aunque con un evidente trasfondo político que devolvió la confianza a los norteamericanos, perdida al sentir doce años antes el Sputnik sobre sus cabezas, fue vivida con un clamor universal en todo el planeta. Aún con los enormes problemas y tensiones que acuciaban al mundo en 1969 existía una confianza en que no había fronteras que los seres humanos no pudiéramos desafiar.

 

De hecho, la misión del Apollo XI fue un producto directo del alto modernismo, en el sentido que sólo el esfuerzo público vehiculado a través de una organización como la NASA pudo llevar adelante una gesta de tal altura. Hoy los únicos cohetes que despegan hacia la Estación Espacial Internacional lo hacen desde el cosmódromo de Baikonur operados por la Agencia Espacial Rusa. A la aventura espacial se han unido chinos, indios y europeos, además de compañías privadas como Space X del magnate Elon Musk.

 

 

¿Cuántos de estos lanzamientos han despertado algún interés en la opinión pública mundial en las últimas décadas? Ninguno. De hecho, en un giro reaccionario que es síntoma del carácter de nuestras sociedades, hay una parte creciente de la población que piensa que la llegada a la luna fue tan sólo una conspiración televisiva. No es estupidez, tan sólo, sino el reflejo del pesimismo, la falta de confianza en el presente, las instituciones y nuestro sistema.

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Hoy los ejercicios de anticipación siguen existiendo en la forma audiovisual que ha venido a sustituir a la escrita, pasando de los folletines a las series televisivas. 'Years and Years', una producción de la BBC y la HBO, se ha venido a sumar a exitosas propuestas como 'Black Mirror', en el intento de contarnos como va a ser nuestro futuro, pero mientras que la serie de Netflix está centrada fundamentalmente en los peligros de la tecnología, 'Years and Years' amplía el abanico narrativo a campos como la política, la economía o las migraciones.


La nueva serie británica está ambientada fundamentalmente en Manchester para mostrarnos a través de una familia cómo será la próxima

década y media. Aunque, irónicamente, la imagen promocional recuerda a aquellas amables 'sitcom' de los noventa, en esta producción nos encontraremos con una realidad que reconoceremos, pero que a la vez será un espejo deformado de la nuestra. Al fin y al cabo las anticipaciones, incluso queriendo contar lo que viene, están enormemente influenciadas por lo que ya hay.

 

En la historia que se desarrolla en seis capítulos hay tiempo para trazar una sofisticada crítica a temas tan presentes como el destropopulismo, encarnado en el personaje de Vivienne Rook, interpretado por una Emma Thompson que nos trae la posibilidad de que una candidata al estilo Trump gobierne en el Reino Unido. Mensajes impactantes sin contenido real, soluciones mezquinas e irrealizables a problemas que los partidos institucionales prefieren no tratar, pero sobre todo el encarnar una indignación abstracta con la situación de incertidumbre y amenazas son las cartas que se ponen encima de la mesa. Incluso los guionistas se han permitido jugar con el hecho, sin duda conflictivo, de que el personaje de Rook juegue con su condición de mujer como arma electoral.

 

El hundimiento del sistema financiero y el sueño de una clase media que se pensaba intocable hecha añicos. La carestía de la vivienda con programas de realojamiento forzoso para evitar que una parte sustancial de la población acabe en la calle. El terrorismo a una escala donde es ya habitual la utilización de bombas sucias. El calentamiento global como una realidad que afecta de una forma directa a la capacidad de producción alimentaria y los asentamientos humanos en las costas. El desempleo creado por la robotización. Y las crisis de refugiados.

 

Precisamente este último tema es donde la serie, de una factura impecable

en los demás aspectos, empieza a mostrarnos cierto contenido que de una

u otra manera ya hemos visto en otras producciones como 'Juego de tronos'

o 'Chernobyl'. Sin desvelar demasiado sobre el argumento, los culpables de

la oleada de refugiados que soporta el Reino Unido en esta ficción son los

comunistas rusos que se han hecho con el Gobierno y un partido de extrema

izquierda que ha tomado el poder en España. De nuevo la advertencia clara:

tenemos una cantidad de problemas sistémicos enorme, pero las soluciones

revolucionarias sólo conducen al caos y el fin de los derechos humanos.

 

En todo caso, donde 'Years and Years' muestra más su tono ideológico

contradictorio, es en la solución a todo esa pléyade de conflictos. Aunque

la economía está presente como algo que desestabiliza y destruye las

sociedades en vez de formarlas, nunca aparece ningún pasaje donde

alguien haga explícito la existencia de alguna alternativa o, al menos,

señale lo neoliberal como la raíz del árbol del caos en que está sumido el

mundo. De hecho el nihilismo y una cierta desesperanza tamizada ('keep

calm and carry on') son lo que impregna toda la trama, donde quizás un

final algo forzado ofrece una esperanza breve basada más en lo espectacular que lo político.

 

En multitud de artículos en revistas televisivas y de entretenimiento se puede leer que 'Years and Years' es la serie del momento. Donde el momento se refiere a la tendencia y no, como sin querer explicitan, a un espíritu de época donde hemos sustituido el heroísmo espacial, aquella época donde sucedían acontecimientos realmente históricos, por un pesimismo inteligente que tan sólo nos permite contar historias, abandonándonos a la ficción como único campo donde pueden suceder las cosas.

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