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UN DÍA COMO HOY, HACE 50 AÑOS, INICIÓ LA ODISEA ESPACIAL CON EL ARRIBO HUMANO A LA LUNA.

Europa Press, Afp, Russia Today. martes, 16 jul 2019
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La noche de este martes, en buena parte del mundo se podrá apreciar un eclipse lunar parcial. Su máximo apogeo tendrá lugar a las 21:30:44 GMT, cuando hasta el 60% de la Luna quedará envuelta en la sombra, informa la Real Sociedad Astronómica del Reino Unido. El fenómeno será visible en la mayor parte de Europa y Asia y en toda África, además de la parte oriental de Sudamérica y el oeste de Australia. Sin embargo, en esta ocasión América del Norte quedará excluida.El apogeo del eclipse coincidirá con las 17:30 (hora local) en Bolivia, Chile, Paraguay y Venezuela, las 18:30 en Argentina y Uruguay y las 22:30 en España.

 

Han pasado 50 años de que por primera vez un ser humano pisó la superficie

de un cuerpo celeste distinto a la Tierra. El hecho viene a la mente de

muchos a través de una frase y un video: un astronauta sale de una cápsula

y da un paso sobre el suelo lunar. Sin embargo, para que tal hecho ocurriera

pasaron muchas cosas.

 

En 1926 el científico estadunidense Robert Goddard, inspirado en la novela

“La guerra de los mundos”, de H. G. Wells, lanzó con éxito el primer cohete

propulsado con combustible líquido. No obstante, el desarrollo de esta

tecnología recibió un impulso decisivo hasta la Segunda Guerra Mundial, en

que se motivó su evolución para la aplicación en armas.

 

En Europa, el ingeniero y físico Wernher von Braun comenzó desde muy joven a fabricar cohetes caseros. Cuando Hitler ascendió al poder, en 1933, el científico no desperdició la oportunidad de desarrollar su carrera en esta área y se enroló en el ejército alemán. El V-2, primer artefacto balístico con carga explosiva, fue la culminación de su trabajo. Con este invento Alemania se puso a la cabeza en materia de aeronáutica, pero llegó demasiado tarde para inclinar la balanza de la guerra en su favor.

 

Tras la derrota alemana, los estadunidenses continuaron con el desarrollo de cohetes, por lo que piezas y científicos fueron trasladados a Estados Unidos. La operación se llamó Paperclip. Entre los investigadores eximidos de culpa por su pasado nazi estuvo Von Braun.

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Posteriormente, con la guerra fría, las miradas de Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se fijaron en el espacio. Se jugaba el prestigio y el dominio tecnológico en una nueva frontera. A mediados de los años 50, las dos naciones hicieron públicos sus deseos de conquistar el espacio, inaugurando la denominada carrera espacial.

 

El 4 de octubre de 1957 la URSS se adelantó. El Sputnik I, primer satélite artificial de la historia, fue lanzado con éxito.


El hecho causó alarma en Estados Unidos, que hasta entonces sólo había apoyado modestamente el desarrollo aeroespacial. Von Braun vio la

oportunidad para conseguir los fondos que necesitaba para alcanzar su sueño: crear cohetes para llevar al hombre al espacio.

 

Un año después los estadunidenses lanzaron a Explorer I, utilizando plataforma uno de los cohetes de Von Braun. El primero de octubre de 1958 nació la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), organización gubernamental que canalizaría los esfuerzos para adquirir conocimientos científicos y tecnológicos con el objetivo de llevar al hombre al espacio.

 

Sin embargo, la URSS tomó de nuevo la delantera: el cosmonauta Yuri Gagarin logró dar una vuelta a la órbita terrestre a bordo de Vostok I. Entonces Estados Unidos envió al primer astronauta al espacio, Alan Shepard, quien realizó un vuelo suborbital el 5 de mayo de 1961. Poco después, John Glenn dio tres vueltas completas a la Tierra.

 

El proyecto Gemini, que comenzó a principios de 1962, era la segunda etapa

en un objetivo que pretendía tomar de manera definitiva la vanguardia. Para

los científicos de la NASA el siguiente paso era la llegada del hombre a la

Luna. Con un incisivo discurso en el congreso, el presidente John F. Kennedy

pidió a políticos y sociedad estadunidenses que pusieran los recursos

necesarios para alcanzar llegar a la Luna. Las bases para que la epopeya del

Apolo 11 fuera posible se habían establecido.

 

Hubo cuatro misiones exploratorias Apolo entre 1968 y 1969. En diciembre

de 1968 se eligió a Neil Armstrong comandante del vuelo número 11.

 

Era miércoles cuando el cohete de Von Braun despegó con la cápsula Apolo 11: 16 de julio de 1969. Aun con dudas sobre el éxito de la misión, un millón de personas asistió a las playas de Florida, cerca de Cabo Cañaveral, para ver el espectáculo. Cuatro días después, cuando faltaban unos 20 minutos para el alunizaje, llegaron los problemas.

 

Las comunicaciones por radio con la sala de control en Houston se interrumpieron. En pleno descenso sonaron las alarmas en el módulo lunar (LEM) pilotado por Edwin “Buzz” Aldrin y el comandante de la misión, Armstrong. Dos horas antes, se habían separado del vehículo principal, en el que permaneció el tercer tripulante, Michael Collins.

 

Los cráteres lunares desfilaban a toda velocidad frente al módulo. Demasiado rápido, según comprobó Armstrong, quien veía alejarse varios kilómetros la zona de alunizaje prevista. Tomó entonces el control manual de la nave, buscó una nueva. Será justo después del cráter, afirmó. Ralentizó. El LEM casi dejó de avanzar y acabó posando. Contacto, precisó Aldrin. Apagaron el motor del vehículo. “Houston, aquí base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado”, anunció.

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Gente de todas partes del mundo siguió la hazaña, sólo con comunicaciones de radio crepitantes, hasta que Armstrong instaló una cámara antes de pisar la Luna.

 

Según los datos oficiales, la hazaña fue posible gracias a un numeroso equipo de ingenieros, diseñadores, técnicos, científicos y pilotos en el que participaron alrededor de 400 mil personas. El programa Apolo terminó en 1972. Medio siglo después la NASA anuncia la misión ARTEMISA, que tiene el propósito de volver a la Luna y llevar a la primera mujer al satélite natural de la Tierra.

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