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PETER FONDA, NEW YORK 1940 – LOS ÁNGELES 2019: “¡PURA VIDA!”. PRIMERA PARTE: LA DINASTÍA.

Oscar Rodríguez Gómez
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El full shot inicial no podría ser menos atractivo. Una tienducha mexicana en medio de la nada a la que en motos de 200cc Peter Fonda (Wyatt, el capitán America) y Dennis Hopper (Billy) arriban y se encuentran con el narco mexicano y su coca (es 1969, recordar), un olvidado actor Antonio Mendoza. Tras probar la nieve y proseguir una charla en español, el narco exclama “¡Pura vida!” Capitán America se da su perico y sin aspavientos repite la consigna: “Si, pura vida”…eso es “Easy Rider”, esa fue la VIDA de Peter Fonda.

 

Murió a los 79 años por cancer de pulmón. En la red, los descendientes siglo XXI de la todopoderosa dinastía Fonda escribieron: “Murió pacíficamente el viernes por la mañana, 16 de agosto a las 11:05 am, en su casa en Los Ángeles rodeado de familiares…En uno de los momentos más tristes de nuestras vidas, no podemos encontrar las palabras apropiadas para expresar el dolor en nuestros corazones. Mientras lamentamos, les pedimos que se respete nuestra privacidad", escribieron los parientes.

 

“Y, mientras lloramos la pérdida de este hombre dulce y amable, también deseamos que todos celebren su espíritu indomable y amor por la vida", finalizó la familia Fonda. "En honor a Peter, por favor levanten un vaso a la libertad". ¡Salud, maestro!

 

PARA UN BIOPIC

Rabioso enemigo del star system de Hollywood en su despegue, Peter Fonda sobrevivió el siglo XX en pleno final de los 60’s y sus dos films emblemáticos, “The Trip” y “Easy Rider” hace tiempo que son de culto. La transición de siglo, a sus sesenta años, lo sorprendió bailando sobre su (hasta entonces develada) Estrella en el Paseo de la Fama de un Hollywood que lo dejó trabajar hasta el último, pero que ni a él ni a su partner Dennis Hopper volvió a permitir la dirección de películas importantes. Estaban malditos.

 

Peter Fonda nació en la ciudad de Nueva York el 23 de febrero de 1940. Cuando

era niño, asistió a varios internados en el noreste del estado. Cuando estaban

en casa, él y su hermana Jane pasaban la mayor parte del tiempo con su

abuela materna. En 1950, su madre, Frances, se suicidó en su cumpleaños a lo

s 42 y a Jane y Peter les dijeron que murió de un ataque al corazón.

 

A lo largo de su vida adulta, se refirió abiertamente a una relación incómoda

con su padre, el reconocido actor Henry Fonda, quien murió en agosto de 1982,

tras haberle dado a la Meca del Cine tres generaciones de súper estrellas. Una

vez más, hay que echar luz para los últimos XGen y para los nuevos millennials.

 

La dinastía Fonda nace con el siglo pasado en Nebraska, de migrantes italianos. Trasladado a la floreciente California, cuando se dio cuenta el joven Henry (Hank, para los cuates) ya tenía en cara el lente de la cámara. Un amor a primera vista que supo comunicar a las audiencias la imagen del ciudadano honrado al que lo único que parece importarle es no perder la dignidad. Este aspecto de su mirada lo definió mejor que nadie el realizador Peter Bogdanovich (“Last picture show”): "Cuando Henry Fonda dice algo, lo crees... Ésta es una cualidad de las verdaderas estrellas y nadie la tiene más que Fonda."

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De 1935 a 1981, Fonda desarrolló una de las carreras más prolíficas (113 películas protagonizadas) y exitosas de la historia del cine. Los directores se peleaban para que trabajase a sus órdenes y él lo hacía con la mayor naturalidad, como si actuar fuese un sexto sentido. Se le empezó a conocer con el apodo de "One-Take Fonda", puesto que conseguía al instante imprimir su papel, sin necesitar repetir decenas de veces las tomas. En sus primeros años demostró su valía en títulos como “El camino del pino solitario” de Henry Hathaway (1936), “Sólo se vive una vez” de Fritz Lang (1937), “Jezabel” de William Wyler (1938), “Tierra de audaces” de Henry King (1939), “El joven Lincoln” (1939) y “Corazones indomables” (1939), éstas últimas dirigidas por John Ford.

 

La década de los cuarenta fue la consagración absoluta de Henry Fonda. He ahí “Las uvas de la ira” (1940), de nuevo a las órdenes de John Ford, y por la que recibió su primera nominación al Óscar. La vida de ambos en esa época fue en paralelo, colaborando además en “Pasión de los fuertes” (1946), “El fugitivo” (1947) y “Fort Apache” (1948). La segunda nominación al Óscar la consiguió por “Doce hombres en pugna” (“12 angry men”) de Sidney Lumet en 1957.

 

También trabajó junto a otros muchos cineastas de renombre, como King Vidor en “Guerra y paz” (1956), con Alfred Hitchcock en “El hombre equivocado” (1957), Otto Preminger en “Tempestad sobre Washington” ( “Advice and consent”) en 1962 hasta reconsagrarse de malísimo villano con Sergio Leone en “Erase una vez en el oeste” (1968). El enunciado de cuento de hadas lo repetiría Leone diez años después con “Erase una vez en America”. Esta semana, en México, se estrena el homenaje que a los dos hace la 9T, la novena película de Tarantino “Erase una vez…en Hollywood” (Sigue el misterio del por qué los puntos suspensivos).


En 1980 se le concedió a Henry Fonda el Óscar honorífico por toda su carrera y un año después recibió la estatuilla al mejor actor por “On Golden Pond” de Mark Rydell (1981), en la que actuó

junto a Katharine Hepburn y su hija Jane Fonda. Al poco tiempo, el 12 de agosto de 1982, Hank moría en Los Ángeles.

 

Y ENTONCES LLEGÓ JANE

 

“Walk on the Wild Side” (1962), dirigida por Edward Dmytryk y protagonizada por Barbara Stanwyck, destapa una Jane Fonda de 25 años que desempeña el papel de una prostituta, gracias al cual recibió el premio Globo de Oro a la nueva actriz del año. El afortunado estigma le daría otro globo y el mismísimo Oscar en 1971 por “Klute”, su desempeño magisterial.

 

En 1963, un nuevo diseño de piernas delgadas, magnifícamente torneadas, con la falda muy sobre la rodilla cuatro años antes del boom de la minifalda, aparece en la película “Sunday in New York”, de un olvidable Peter Tewksbury. La portadora de la exquisitez es Jane Fonda. Su actuación recibe críticas mixtas; el periódico Newsday la describe como "la más encantadora joven actriz", mientras que la revista Harvard Lampoon la nombra como "la peor actriz del año".

 

El llamado de Europa fue inmediato. René Clement la pone en cama con Alain

Delon en “Los felinos” (1964) y en 1965 protagoniza junto a Lee Marvin la

comedia “Cat Ballou”, de Elliot Silverstein. Los Levi’s apretadisimos que lucen

el tabalario y monte frontal de la diva en ciernes imprimen un giro erótico a una

comedia en apariencia boba. Pero entre el cuerpo de Jane y la actuación

burlona del legendario Lee Marvin, avisaron que el cine estaba cambiando. Por

“Cat Ballou” el mundo se enteró de que la hija de Henry Fonda estaba

buenísima y los premios se los llevó Mr. Marvin: como mejor actor protagónico,

el Oso de la Berlinale, el BAFTA británico, el Globo de Oro y -faltaba más- el

Oscar a mejor actor.   

 

Deseosa de un papel dramático, la actriz interviene en el drama “The Chase” (1966) de un Arthur Penn en plenitud, rodeada su sensualidad pueblerina de tiburones de la rodada de Marlon Brando, E. G. Marshall, Robert Duval, la lagartona Angie Dickinson y un joven debutante, Robert Redford. Jane y el novel Robert atraen buena vibran y repiten en “Descalzos en el parque” de otro olvidable Gene Sacks.

 

El asunto se calentó cuando la Fonda fue requerida por Roger Vadim, el dios que creó a la mujer en la imagen plena del erotismo cinematográfico, Briggite Bardot, a la que dejó por Catherine Deneuve. En 1968, Fonda desempeña el papel principal de la locura “Barbarella” de Vadim, la cual la convierte en un símbolo sexual a nivel internacional. Ya la revista “Life” había publicado sus desnudos soft y “Playboy” los más hard. Pero la electric Barbarella, aunque pletórica de sicalipsis, seguía siendo comedia.

 

Era momento de ponerse seria y no mostró pizca de su suculencia en el drama de Sydney Pollack “They Shoot Horses, Don't They?” (“Baile de ilusiones”) con la que obtiene su primera nominación al Óscar por mejor actriz. A finales de esa década, antes de dejar a Roger Vadim, filma con este un cuento de la trilogía basada en E.A. Poe “Historias extraordinarias”, donde vuelve a desbordar sus encantos en el segmento “Metzengerstein”.

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En 1971, Jane Fonda protagoniza junto a Donald Sutherland la película “Klute” (“Mi pasado me condena”), donde vuelve a interpretar el papel de una prostituta. Su actuación es bien recibida por la crítica; gana el Óscar a la mejor actriz y el Globo de Oro a la mejor actriz de drama. También recibe una nominación al premio BAFTA como mejor actriz. En 1972 actúa junto a Yves Montand en la película “Tout va bien” repaso estilo novele vague del Paris de 1968, donde es dirigida por Jean-Luc Godard.

 

En 1977 la mamita ya hace fitness y vuelve poner en su mira al Oscar con “Julia”, donde tiene por compañera a Vanessa Redgrave. Jane gana el Globo de Oro a la mejor actriz de drama y es nominada al Óscar a la mejor actriz, premio que gana Redgrave. La aristócrata de Hollywood no queda conforme y mejor se dedica al naciente video casero con sus legendarias e hipersexys clases de fitness.


En 1980, la actriz y su padre, Henry Fonda, adquieren los derechos de la obra teatral “On Golden Pond” (“Los años dorados”) con el fin de llevarla al cine. La película, que cuenta además con la actuación de Katharine Hepburn, le proporciona a don Henry su único premio Óscar en la categoría de mejor actor. Al pasar las décadas, la hermosa Fonda

siguió trabajando en comedias, todas de gran éxito, hasta llegar a un cameo en “El mayordomo” de Lee Daniels en 2013, donde se ve regia como nunca lo fue la Nancy Reagan a la que da un breve espacio.

 

Continuará…

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